Los últimos días de Ed.


Me miro en el cristal opaco de esta ventana y apenas reconozco el rostro que me devuelve la mirada. La piel cuelga, los ojos están apagados. Dicen que tengo setenta y tantos, pero aquí dentro el tiempo es distinto: siempre es de noche, siempre hace frío.
Los doctores me llaman por mi nombre, pero yo no siempre respondo. A veces no sé si todavía soy Ed, el muchacho obediente, o si solo soy el eco de mi madre. Ella nunca se fue del todo. Incluso aquí, en estas paredes blancas, escucho su voz. Susurros que me dicen que el mundo sigue corrompido, que solo en su recuerdo hay pureza.
He pasado más de la mitad de mi vida encerrado, observado como si fuera un animal extraño. Ellos quieren respuestas. Yo no las tengo. Lo único que sé es que la soledad me acompañó desde el primer día. Cuando madre murió, todo se rompió. La granja se volvió un ataúd abierto, y yo me quedé viviendo dentro. No lo hice por maldad. Nunca lo sentí así. Lo hice para no perderla, para que siguiera conmigo aunque fuese en pedazos de memoria y de sombra.
Algunos me llaman monstruo. Yo no me veo como tal. Yo fui un hijo que amó demasiado, un hombre atrapado en el vacío. Quizás mi amor se deformó, quizás se pudrió conmigo. Pero dentro de mi mente, siempre estuvo claro: yo solo quería volver a sentir el calor de madre, aunque fuera por un instante.
Ahora camino despacio por los pasillos de este lugar. Los guardias me observan, los enfermeros susurran. Yo ya no les temo. Sé que pronto me reuniré con ella. El cáncer roe mi cuerpo, y cada tos me arranca un poco más de vida. No me importa. El final no es un castigo: es un regreso.
Cuando cierre los ojos por última vez, escucharé su voz con claridad. Volverá a guiarme como cuando era un niño en la granja de Wisconsin. Y entonces sabré que no estuve solo. Nunca lo estuve.
by LuiSaifer (AlDesingStudiO313)

Soy el Final de Todos los Principios...

Tengo muchos nombres. Antiguos, temidos, venerados. Algunos me llaman La Parca, otros la Dama Oscura, la Segadora, la Innombrable. Tú, probablemente, me conozcas por el más directo de todos: La Muerte.
Sí, esa. Yo misma.
No me mires así, que no vengo por ti. Si lo hiciera, créeme, ya lo sabrías.
Hoy solo he venido a hablarte. A presentarme como corresponde. Como lo que soy: una señora. Una presencia. Una ley.
Desde antes de que supieras contar los días, yo ya caminaba el mundo. Cuando nacen los imperios, estoy allí. Cuando caen también. He visto civilizaciones desaparecer como humo entre los dedos. He recogido a los grandes y a los olvidados. A todos los trato con el mismo respeto... y el mismo destino.
Soy orden, soy ciclo, soy frontera.
Soy la que pone punto final al libro, la que apaga la vela, la que cierra el telón con elegancia. Algunos me maldicen, otros me suplican. Ninguno me detiene. Porque a mí no se me esquiva, no se me negocia. Yo no cedo, no atraso, no me compadezco. Soy justa, aunque les pese.
No soy un monstruo. No soy castigo. Soy consecuencia. Sin mí, la vida no tendría filo, ni urgencia, ni belleza. ¿De qué serviría el amor si no supieras que puede acabarse? ¿Por qué llorarías de alegría si no entendieras que todo es fugaz? La vida brilla, precisamente, porque sabe que yo la estoy mirando.
A veces llego suave, como un suspiro. A veces con estruendo, como un trueno que parte el cielo. Pero siempre llego. Siempre.
Y cuando lo haga contigo —porque lo haré— no habrá gritos ni súplicas que cambien el rumbo. No por crueldad, sino por dignidad. Porque incluso la eternidad necesita límites, y yo soy ese límite.
Así que sigue. Vive. Disfruta. Corre, ama, equivócate. Ríe como si yo no estuviera, aunque sabes bien que siempre lo estoy. No detrás de ti… sino a tu lado, como una sombra bien educada, esperando que llegue tu turno.
Con respeto —y la última palabra—,
La Muerte.
Señora, para ti.

by LuiSaifer (AlDesingStudiO313)